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Dinero: ese dictador de morales

Buenos días,

ha pasado mucho tiempo desde que escribí mi última reflexión aquí... Son tiempos difíciles, y no solo en lo económico. Creo que nos encontramos sumidos en una época de incertidumbre, de análisis, de cambio. Y todo eso, cuesta digerirlo.

Somos muchos los que sabemos que es necesario un cambio. Un cambio radical, una involución: dejar a un lado el sistema que prioriza los beneficios sobre las personas y encontrar algo más justo, eficiente, menos discriminatorio. Creo que no soy la única que se plantea que aunque no seamos los culpables de la crisis, sí somos responsables en cuanto al modelo de sociedad en el que vivimos. Hemos aceptado ciertos roles, porque nos son más cómodos, aunque ello nos haya traído hasta aquí.

Hemos consentido que nos gobiernen los peores, consintiendo con nuestro voto o nuestra abstención. Hemos creado una sociedad en la que es más importante distraerse que informarse, en la que se da más importancia a personas que viven todo el día de fiesta en fiesta, rodeados de lujos, que a quienes dedican su vida a formarse, a ayudar a los demás, a la solidaridad.

Tenemos como modelos a actores, top models, cantantes, deportistas de élite (más los de fama que los de premios). Y los tenemos porque desde bien pequeños vamos aprendiendo que eso es el éxito, eso es sentirse realizado en la vida: tener dinero, lujos, fiestas, cuerpos esculturales, sexo. Desde las revistas a los videoclips nos muestran esto. No se nos enseña que el éxito consiste en tener la conciencia tranquila, por ejemplo. O sentirse realizado, útil, válido. Ni que muchos de esos modelos de éxito han tenido finales trágicos.

Valores como la integridad, el compromiso, el respeto o la coherencia, no son algo que abunde ni que se valore, quizás porque conllevan cierto sacrificio y esa palabra se asocia a algo negativo.

No es fácil crecer y formarse como persona, crecemos con la idea de que hay que disfrutar cada momento, de que quien es feliz es porque su lema es "carpe diem", que solo se vive una vez, que no hay que pensar en el mañana, que no debemos preocuparnos por los problemas, pero eso es algo tan imposible como inútil, que a menudo conlleva un sentimiento de fracaso o infelicidad a . Jamás estudiarías, buscarías empleo, ahorrarías o tendrías hijos si no pensases en el mañana. Nadie se dedicaría a enseñar, ni a investigar, ni a redactar libros o a perseguir un mundo mejor. Nadie se implicaría en la defensa de causas que le parecen justas, ni dedicaría su vida a la denuncia de los horrores de este mundo. Y eso es absolutamente necesario.

Esta semana he visto algo que me ha parecido muy significativo: muchas personas han defendido a Amancio Ortega (y hablo de defenderle a él, no simplemente decir "su dinero viene bien en este momento") por su donación a Cáritas. Y han criticado a un hombre como Faustino Vilabrille, un cura jubilado, que ha entregado su vida a Cáritas y que ha expresado su opinión en su blog, mostrándose crítico hacia este tipo de "donativos". 

Amancio Ortega a dedicado una limosna, una ínfima parte de su fortuna, conseguida por métodos seguramente más que discutibles, a una causa que seguramente le parezca necesaria. Amancio Ortega ha ordenado una transferencia de dinero: tres clicks. Y la gente ve en esto un esfuerzo, algo heróico. Y mientras critican a Faustino, se le acusa de demagogo, de insensible. A alguien que dedica su vida a esta causa, a alguien que día a día está en contacto con las personas que sufren, a alguien que les dedica lo más valioso que tenemos: su tiempo. 

Y esta que os habla no es una persona religiosa, quede claro, pero es que esto me ha parecido grave. Porque algo que parece haberse olvidado es que el dinero es importante, pero no sería nada sin las personas. Y que sin personas que amasan fortuna en la forma y cantidad en que Amancio lo hace (casi seguro porque las leyes se lo permiten), quizás no hiciese falta que Cáritas existiese.

Os dejo con un vídeo de una campaña de la ONG Acción Contra el Hambre, en el que Pepe Sancho se inspira en el Chaplin de "El Gran Dictador" para lanzar un mensaje maravilloso. Que este mensaje llegue a todos lados.


Un saludo

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